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06
Jun

17 De Junio Día Mundial de la Lucha Contra la Desertificación y la Sequía

Escrito por Jairo Alonso Mora Carpio

En 1994, la Asamblea Generalde Naciones Unidas proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, en conmemoración de la aprobación de la Convenciónde las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación.

Para el año de 1996,  entra en vigor la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación, constituyendo el primer y único marco legalmente vinculante a escala internacional que ha sido creado para hacer frente al problema de la desertificación. La Convención se fundamenta en los principios de participación, colaboración y descentralización, y ha sido suscrito por 192 países.

¿Qué es la desertificación?

La desertificación consiste en una degradación persistente de los ecosistemas de las tierras secas producida por las variaciones climáticas y la actividad del hombre. Está presente en todos los continentes (salvo en la Antártida) y afecta al medio de vida de millones de personas, entre los que se encuentran buena parte de los pobres que viven en las tierras secas.

La Convenciónde las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) define este proceso como «la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas». Por su parte, la degradación de las tierras se define como la reducción o pérdida de productividad biológica o económica de las tierras.

Las tierras secas, que se estiman en un 41% de la superficie terrestre del planeta, albergaban en el año 2 000 a un tercio de la población humana; es decir, 2 000 millones de personas.

Los servicios de los ecosistemas son los beneficios que el hombre obtiene de los ecosistemas; por ejemplo, cosechas, forraje y madera. En las tierras secas, la producción de estos servicios que proporcionan los ecosistemas está limitada por la escasez de agua. La reducción sustancial y persistente de la oferta de dichos servicios, que está provocada por la escasez de agua, el uso intensivo de los servicios y el cambio climático, supone una amenaza mucho mayor en las tierras secas que en el resto de sistemas.

La desertificación puede ser causa o efecto del proceso de aridización. Originalmente esto pasa en las zonas que son fértiles, donde se practica la agricultura estacional. El aumento de la población obliga a una explotación intensiva del terreno, provocando su agotamiento. La segunda etapa comienza cuando el suelo deja de ser fértil y se encuentra despojada de su cobertura vegetal, el agua y el viento lo erosionan más rápido hasta llegar a la roca madre.

En la mayor parte de las zonas de cultivo, el suelo se erosiona mucho más deprisa de lo que demora en formarse. Podrían necesitarse décadas o siglos para que el paisaje volviera a cubrirse de verde.

La desertificación se produce como resultado de ese desequilibrio a largo plazo entre la demanda de servicios de los ecosistemas por parte del hombre y lo que los ecosistemas pueden proporcionar. Hoy día, existe una presión creciente sobre los ecosistemas de las tierras secas en cuanto al suministro de servicios como la alimentación, el forraje, el combustible, los materiales de construcción y el agua, que es necesaria para el hombre, el ganado, el riego y el saneamiento. Este incremento se atribuye a una combinación de factores humanos (como la presión demográfica y el modelo de uso del suelo) y climáticos (como las sequías). Aunque la interacción de dichos factores a escala mundial y regional es compleja, sí es posible entenderla en la escala local.

Aproximadamente entre el 10 y el 20% de las tierras secas se encuentran ya degradadas y, de no tomarse medidas al respecto, la desertificación pondrá en peligro futuros avances en el bienestar humano y posiblemente hará perder el bienestar ganado en algunas regiones. Por todo ello, la desertificación es en la actualidad uno de los mayores desafíos medioambientales y un obstáculo de primer orden a la hora de satisfacer las necesidades básicas del hombre en las tierras secas.

¿Qué relación existe entre desertificación y bienestar humano?

En las tierras secas, la proporción de la población que depende de los servicios de los ecosistemas para cubrir sus necesidades básicas es mayor que en el resto de ecosistemas. De hecho, muchos de sus recursos, como los cultivos, el ganado, la leña y los materiales de construcción dependen del crecimiento de las plantas, que a su vez depende de la disponibilidad de agua y de las condiciones climáticas.

Es natural experimentar fluctuaciones en los servicios proporcionados por los ecosistemas, especialmente en las tierras secas, en las que el suministro de agua es irregular y escaso. Sin embargo, cuando los ecosistemas de las tierras secas pierden la capacidad de recuperarse de presiones anteriores pueden entrar en una espiral de desertificación, aunque esto no es inevitable.

La desertificación afecta a un amplio abanico de servicios que los ecosistemas proporcionan al hombre: productos como los alimentos y el agua, procesos naturales como la regulación del clima, servicios inmateriales como el ocio y servicios de apoyo como la retención del suelo. Es posible medir los cambios que se producen y existen métodos para evitar, minimizar o revertir estos cambios.

Las personas a menudo reaccionan a la desertificación explotando tierras todavía menos productivas, transformando los pastos en tierras de cultivo o emigrando a las ciudades y al extranjero. Esto puede acarrear prácticas agrícolas insostenibles, una mayor degradación del suelo, una expansión urbana descontrolada y problemas sociopolíticos.

¿Cuáles son las consecuencias de la desertificación?

La desertificación afecta a todas las categorías de servicios de los ecosistemas:

  • Servicios de aprovisionamiento: alimentos, forraje, fibra, agua dulce, etc.
  • Servicios de regulación: como la depuración del agua y la regulación del clima.
  • Servicios culturales: tales como el ocio y la identidad cultural.
  • Servicios de apoyo: como la retención del suelo.

La transformación en tierras de cultivo de lo que queda de pastos y tierras secas arboladas, así como el empleo de métodos de cultivo insostenibles, incrementa la presión sobre el ecosistema, ya que provoca erosión y reduce la fertilidad de la tierra y, por lo tanto, aumenta el riesgo de desertificación. El sobrepastoreo está provocando en muchas zonas semiáridas una transformación progresiva de los pastos (tierras cubiertas de hierba en su totalidad) en monte bajo (terreno con arbustos dispersos), que potencia la erosión del suelo al dejar la capa arable expuesta al viento y puede conducir a la desertificación.

¿Se notan los efectos de la desertificación fuera de las tierras secas?

La desertificación tiene consecuencias para el medio ambiente a escala mundial y regional. Las áreas afectadas a veces pueden estar localizadas a miles de kilómetros de las áreas desertificadas. Los procesos relacionados con la desertificación, como por ejemplo la reducción de la cubierta vegetal del suelo, aumentan la formación de aerosoles y el polvo. Éstos, a su vez, afectan los patrones de la formación de nubes y de la precipitación, el ciclo mundial del carbono, y la biodiversidad de las plantas y animales. Por ejemplo, la visibilidad en Beijing a menudo es afectada negativamente por las tormentas de polvo que se originan en el desierto de Gobi en primavera. Las grandes tormentas de polvo que se producen en China afectan a la Península de Corea y Japón y se observa incluso que tienen un impacto en la calidad del aire en Norteamérica.

Está ampliamente aceptado que un aumento en las tormentas de polvo relacionadas con la desertificación es una causa de enfermedades (fiebre, tos e irritación ocular) durante la estación seca. Se ha considerado que el polvo que emana del sudeste asiático y del Sahara crea problemas respiratorios en lugares tan lejanos como Norteamérica y afecta a los arrecifes de coral en el Caribe. Sin embargo, las tormentas de polvo pueden tener también impactos positivos; por ejemplo, se cree que la deposición del polvo transportado por el aire desde África mejora la calidad del suelo en el continente americano. Por último, la reducción de la cobertura vegetal en las tierras secas conduce a inundaciones destructivas río abajo y a una carga excesiva de sedimento en los reservorios de agua, pozos, deltas, desembocaduras de ríos y áreas costeras situados a menudo fuera de las tierras secas.

Las sequías y la pérdida de productividad de la tierra son factores predominantes en la migración de la población de las tierras secas hacia otras áreas. Por ejemplo, un influjo migratorio puede reducir la capacidad de la población de utilizar los servicios del ecosistema de una manera sostenible. Tal migración puede agravar la expansión urbana descontrolada, y, debido a la competencia por los escasos recursos naturales, generar conflictos sociales, étnicos y políticos internos y transfronterizos. Los movimientos de población inducidos por la desertificación tienen también el potencial de afectar negativamente la estabilidad política y económica en el nivel local, regional e incluso mundial, lo que puede propiciar a la intervención extranjera.

Fuentes:

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